¡Ay, mi niña, pequeña!
de amor y miedo,
se llenaron tus noches,
de terciopelo.
Con futuros de muerte,
te amamantaron,
y tus sueños de niña
envenenaron.
Que pena de los sueños
de mi pequeña,
te arrebataron duendes,
hadas y estrellas…
Pobrecita pequeña,
pronto aprendiste,
que el dolor fortalece
a quien resiste.
Y blandiendo banderas
y religiones,
hicieron aún más fuertes
tus convicciones.
¡Ay!, niña de los miedos
si no los vences,
te ganaran -por siempre-
los que te pierden.
EL ORÁCULO : quien tenga oídos, que oiga
Hace 4 meses
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